La Apostasía ASD
La organización mundial Adventista del Séptimo Día hace un llamamiento a favor de reavivamiento y reforma. ¿Se llevará a cabo? Sí, pero no con los que sigan en la apostasía. Aquéllos que “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones” no serán engañados. (Ezequiel 9:4) Lo que hace que los miembros mantengan silencio durante una crisis espiritual es una lealtad falsa a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. A fin de alertar al pueblo de Dios, añadimos una sección titulada, “Continúa la apostasía,” la cual será actualizada de vez en cuando, según sea necesario.
Isaías 58:1
Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado.
Apocalipsis 18:4
Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.
Testimonios para la Iglesia, tomo 3, p. 311
Si Dios aborrece un pecado más que otro, del cual su pueblo es culpable, es el de no hacer nada en caso de una emergencia. La indiferencia y la neutralidad en una crisis religiosa son consideradas por Dios como un grave delito, igual al peor tipo de hostilidad contra Dios.
El Conflicto de los Siglos, p. 458
En muchos de los despertamientos religiosos que se han producido durante el último medio siglo, se han dejado sentir, en mayor o menor grado, las mismas influencias que se ejercerán en los movimientos venideros más extensos. Hay una agitación emotiva, mezcla de lo verdadero con lo falso, muy apropiada para extraviar a uno. No obstante, nadie necesita ser seducido. A la luz de la Palabra de Dios no es difícil determinar la naturaleza de estos movimientos. Dondequiera que los hombres descuiden el testimonio de la Biblia y se alejen de las verdades claras que sirven para probar el alma y que requieren abnegación y desprendimiento del mundo, podemos estar seguros de que Dios no dispensa allí sus bendiciones. Y al aplicar la regla que Cristo mismo dio: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16), resulta evidente que estos movimientos no son obra del Espíritu de Dios.