En la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el liberalismo y los cultos falsos no están entrando a hurtadillas, sino que se han apoderado del culto sagrado. Un ejemplo es la Cafe Church (Iglesia Café) en la ciudad de Nueva York. Presentan música alegre, comen el almuerzo durante la Escuela Sabática, vienen en ropa informal, etc. Todo esto es el resultado de una espiritualidad informal.
Isaías 29:13, 15
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado … y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce?
Oseas 4:17
Efraín es dado a ídolos; déjalo.
Mateo 23:27, 38
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. … He aquí vuestra casa os es dejada desierta.
… se me mostró el hecho alarmante de que tan sólo una pequeña porción de los que ahora profesan la verdad se dejarán santificar por ella y serán salvos. Muchos se apartarán de la sencillez de la obra. Se conformarán al mundo, se aferrarán a los ídolos y se transformarán en muertos espirituales. Los humildes y abnegados seguidores de Jesús seguirán avanzando a la perfección, dejando atrás a los indiferentes y los amadores del mundo. Testimonios para la iglesia, tomo 1, p. 527
El espíritu que animaba a aquellos sacerdotes y gobernantes anima aún a muchos que pretenden ser muy piadosos. Se niegan a examinar el testimonio que las Sagradas Escrituras contienen respecto a las verdades especiales para la época actual… Cristo previó que las pretensiones de autoridad desmedida de los escribas y fariseos no habían de desaparecer con la dispersión de los judíos… Y sus terribles acusaciones contra los escribas y fariseos y sus amonestaciones al pueblo a que no siguiera a esos ciegos conductores fueron consignadas como advertencia para las generaciones futuras. El Conflicto de los siglos, p. 654