Anoche no le mencioné a Becky que me sentía desanimado a causa de algunas “flechas y dardos” que he recibido y que necesitaba ánimo y afirmación de parte de Dios respecto a mis sueños. Toda la tarde y aun después de acostarme había estado orando en silencio diciéndole a Dios cómo me sentía. Le rogaba que de alguna manera me afirmara de nuevo respecto a mis sueños. Sé que Dios me dio este sueño no sólo para mostrármelo a mí, sino a todo su pueblo.
En mi sueño, Becky y yo estamos en una iglesia pequeña. Tiene un pasillo por el medio. Hay unas pocas ventanas y el cielo raso no es muy alto. Noto que los aparatos de alumbrado casi parecen pequeños candelabros. La iglesia tiene muy pocas bancas vacías. Sólo hay tres hombres en la plataforma. Sé que dos son ancianos, y el que se sienta en el medio es el pastor. El pastor es un hombre de edad avanzada, no muy alto, pero siempre está sonriendo y lo rodea una atmósfera de paz. En la pared detrás de los tres hombres hay una pintura de Cristo cuando estaba de rodillas en el Getsemaní.
Uno de los ancianos se pone de pie para presentar una música especial, el hermano D y la hermana M. Los observo mientras caminan hacia el piano. El hermano D viste traje completamente blanco, con una camisa blanca y corbata blanca. La hermana M lleva un vestido a la antigua, largo, blanco, con mangas largas.
El hermano D habla a la congregación. Comienza diciendo que a veces todos nos sentimos como si estuviésemos caminando en la playa solos. A veces todos nos sentimos como si estuviésemos caminado solos por un sendero rústico. A veces todos nos sentimos como si estuviésemos solos, escalando una montaña a lo largo de un sendero rocoso. La hermana M dice que aunque luchamos en nuestros pensamientos y nos desanimemos cuando nos lanzan palabras crueles, cuando nos señalen con el dedo y digan chismes acerca de nosotros…el hermano D dice que todos tenemos un camino que andar, un sendero rocoso que escalar. La hermana M dice que todos podemos escuchar cuando dicen palabras airadas y se difunden chismes dañinos. Entonces el hermano D dice que sólo hay un lugar donde debemos estar.
Ahora la hermana M invita a la congregación a tomar el himnario que está en la banca y que lean mientras todos nos esforzamos por estar “Más cerca, oh Dios, de ti”. Cuando el hermano D comienza a tocar el piano y la hermana M el violín, una reverencia silenciosa se siente en el santuario. Muchos toman el himnario y leen mientras ellos tocan. Cuando comienzan la segunda estrofa, muchos silenciosamente cierran el himnario y lo devuelven a la banca. Entonces se arrodillan en oración mientras la música continúa. Muchos que luchan con su condición con Dios lloran mientras oran.
MÁS CERCA, OH DIOS, DE TI
Más cerca, oh Dios, de ti quiero morar
Aunque sobre una cruz me hayan de alzar.
Entonaré allí este himno con fervor
Más cerca, oh Dios, de ti, más cerca, sí.
Si cual viajero voy con ansiedad,
Medroso al ver cerrar la oscuridad,
Aun en mi soñar me harás sentir que estoy
Más cerca, oh Dios, de ti, más cerca, sí.
Después, al despertar, a ti por fe
De mi aflicción altar elevaré;
Y cuanto sufro aquí me hará sentir que estoy
Más cerca, oh Dios, de ti, más cerca, sí.
Camino encuentro aquí que al cielo va,
Pues sé que allí tu amor me sostendrá.
Cercano sentiré el ángel del Señor,
Más cerca, oh Dios, de ti, más cerca, sí.
Y cuando a tu mansión me llevarás,
Y estrellas, luna y sol yo deje atrás,
Gozoso entonaré canción eterna allí:
Más cerca, oh Dios, de ti, más cerca, sí.