En mi sueño estoy sentado en una colina con mi espalda apoyada a un árbol. En una mano tengo mi Biblia y en la otra mano, el libro El Conflicto de los siglos. Después de leer, levanto los ojos y veo un valle verde y hermoso. Sopla una brisa cálida contra la hierba verde y alta. Puedo oír el canto de varios pájaros. Cuando miro hacia el cielo claro y azul, noto que pasan varias nubes blancas y hermosas. Estoy orando en silencio cuando noto que el cielo se abre como un pergamino y varios ángeles descienden lentamente. Pongo los libros a un lado, me paro y observo a los ángeles aterrizar. Recuerdo haber visto algunos de ellos en otros sueños. El ángel que está al frente de los demás es un poco más alto y tiene un aspecto más noble que los demás. Lo reconozco como el Heraldo. Él y los otros ángeles vienen y se paran frente a mí. Me sonríe, pero antes que él pueda hablar yo le digo en voz clara, “En el nombre de Cristo Jesús, cuya sangre fue derramada por todos los que crean en Él y reciban vida eterna, te mando que no digas ni una palabra, sino que te apartes de mí y jamás regreses.” Y a los ángeles que lo acompañan les digo, “En el nombre de Cristo Jesús, cuya sangre fue derramada por todos los que crean en Él y reciban vida eterna, les mando que no digan ni una palabra, sino que se aparten de mí y jamás regresen.” El Heraldo habla y dice, “El nombre por el cual mandas que me vaya, es el nombre del que me ha enviado. No puedo irme porque Él—mi Señor, mi Maestro, Miguel, Aquél cuyo nombre todos deben clamar, Cristo Jesús—nos ha enviado.”
El Heraldo se acerca y toma en su mano el libro El Conflicto de los siglos. Dice, “Éste es el libro principal, el que Lucifer y sus ángeles odian.” El Heraldo me devuelve el libro y dice, “Pronto todo esto habrá terminado.” Se aparta y con el gran grupo de ángeles, se para a mi derecha. Todos se vuelven y miran hacia arriba. El cielo de abre cual pergamino y un círculo grande de ángeles desciende lentamente. El centro brilla mucho. Cuando se acercan, veo a Jesús en medio de todos. Se me acerca lentamente y me dice, “Lo que mandas al Heraldo, ordénamelo a mí.” Le miro y le digo que no quiero hacerlo, porque sé quién Él es. Me llama por mi nombre celestial y dice, “No es sólo como resultado de tus oraciones privadas que me ofrezco y respondo a esta prueba, sino que ahora respondo como resultado de las oraciones de muchos. Así que, pide.” Le miro y digo, “En el nombre de Cristo Jesús cuya sangre fue derramada por todos los que crean en Él y reciban vida eterna, te mando que no digas ni una palabra, sino que te apartes de mí y jamás regreses.” Jesús me mira y dice, “Es por mi sangre, es por mi muerte, es por los azotes que recibí por ti, es por haber sido clavado a una cruz, por haber sido separado de mi Padre, tu Padre, y por morir que no me iré. No puedo irme. Es por amor a ti que me quedo.”
Jesús me llama por mi nombre celestial y dice, “¿Me das tu mano?” Le extiendo mi mano y subimos al aire una distancia corta. Jesús coloca su mano derecha sobre mi hombro izquierdo, me llama por mi nombre celestial y dice, “He oído las dudas de los detractores negativistas. He escuchado a los que dicen que mi mensajero es un agente de Satanás. He escuchado las acusaciones hechas en contra tuya. He visto cómo el pensar de mi pueblo ha sido torcido, y que a causa de lo que han dicho muchos ya no quieren creer. He permitido que mi mensajero sea probado usando 1 Juan 4:1-3. Mi mensajero relató perfectamente a quién él sirve, pero eso no fue suficiente. Permití otra prueba de mi mensajero, mostrando que es por medio de mi sangre derramada en la cruz que todos podrán vivir. Eso no fue suficiente. Yo vine y enseñé cómo probar los espíritus, pero no fue suficiente. Es por mi paciencia que permití que a mi mensajero se le ordenase ‘En el nombre de Cristo Jesús, cuya sangre fue derramada por todos los que crean en Él y reciban vida eterna, te mando que no digas ni una palabra, sino que te apartes de mí y jamás regreses.’ Sin embargo, el frasco de mi paciencia está casi vacío. Aquéllos que han hecho reclamos contra mí y mi mensajero, a pesar de las verdades que les he dado, comprueban que están equivocados y que Satanás los está usando.” Jesús se da vuelta y comienza a escribir en el cielo
Despierte el pueblo de Dios de su somnolencia y emprenda seriamente una obra de arrepentimiento y de reforma; escudriñe las Escrituras para aprender la verdad tal cual es en Jesús; conságrate por completo a Dios, y no faltarán pruebas de que Satanás está activo y vigilante. Manifestará su poder por todos los engaños posibles, y llamará en su ayuda a todos los ángeles caídos de su reino. El Conflicto de los siglos, p. 449
“Porque todo aquel que obra el mal, odia la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3:20). Cuando los hombres ven que no pueden sostener su actitud por las Sagradas Escrituras, muchos resuelven sostenerla a todo trance, y con espíritu malévolo atacan el carácter y los motivos de los que defienden las verdades que no son populares. El Conflicto de los siglos, p. 511
Jesús se dirige a mí y me explica que muchos que han dicho maldades contra mí no son lo que la gente cree que son.1
Muchos prefieren escuchar a otros, en vez de estudiar para conocer la voz de Dios. Muchos dirán que hablan y hacen milagros en su nombre. Jesús dice, “Os digo, ‘¡No los conozco!’”2 Entonces Jesús comenzó a escribir en el cielo:Se me ha mostrado que ángeles satánicos en forma de creyentes trabajarán en nuestras filas para introducir un fuerte espíritu de incredulidad. No permitáis que ni siquiera esto os desanime, antes presentad un corazón fiel para ayudar al Señor contra los poderes de las agencias satánicas.
Estos poderes del mal se reunirán en nuestras asambleas, no para recibir una bendición, sino para contraatacar las influencias del Espíritu de Dios. No aceptéis ninguna declaración que ellos hagan, antes repetid las ricas promesas de Dios, que son Sí y Amén en Cristo Jesús… Los malos ángeles en forma de hombres hablarán en este tiempo con los que conocen la verdad. Tergiversarán y torcerán las declaraciones de los mensajeros de Dios. Mensajes Selectos, tomo 3, pp. 468-469
“En medio de la iglesia aparecerán espíritus seductores y doctrinas de demonios, y estas influencias malignas aumentarán. Sin embargo, aferraos firmemente al principio de vuestra confianza hasta el fin. Satanás y sus ángeles aparecerán como hombres en esta tierra, y se incorporarán con aquéllos de los cuales la Palabra de Dios dice, ‘Algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. (1 Timoteo 4:1)’” Manuscript Releases Volume Eight, p. 345. [Trad.]
“El enemigo trabaja incansablemente para engañar a los seres humanos y apartarlos de Dios. En el futuro, juntamente con sus ángeles él tomará la forma de seres humanos y obrará para anular la verdad de Dios. Es posible que aquéllos que conocen la verdad, pero caminan en contra de la verdad, jamás coloquen sus pies en la senda que Cristo siguió.” Spalding and Magan Collection (1985), p. 307 [Trad.]
“Debo advertir a todas nuestras iglesias que estén alertas contra los hombres que están siendo enviados a hacer la obra de espías en nuestras conferencias e iglesias, una obra instigada por el padre de la mentira y el engaño. Cada miembro de iglesia debe mantenerse firme a los principios. Se nos ha dicho lo que habría de venir, y ha venido.” Special Testimonies Series A, No. 12, p. 9 [Trad.]
Entonces Jesús dijo, “Te he pedido que escojas hoy a quién habrás de servir. ¿Sirves a aquéllos que han citado erróneamente a mis mensajeros? ¿Sirves a aquéllos que han dicho que mis mensajeros provienen de Satanás? Yo envié un mensaje en el sueño “Amor y reprensión.” Se burlaron de él y no le hicieron caso. Lo volví a dar cuando instruí cómo probar los espíritus. Tampoco le hicieron caso. Vuelvo a preguntar si hallaré fe. Aún después de haber enseñado cómo probar los espíritus y dar mi reprensión, quieren descartar mis mensajes.” Jesús se dirige hacia mí y dice, “Los seres humanos ordenan a hombres para servirme, pero Yo mismo, personalmente, te he llamado a servirme. Había una vez un Pastor que necesitaba ayudantes para cuidar a su rebaño. Dio a cada uno un manto y una vara, y ellos salieron y se denominaron pastores. Muchas ovejas les siguieron, pero sin saberlo el pastor, muchas se perdieron por el camino y muchas se cayeron en resquebraduras. Los pastores las llevaron a beber agua que no se movía. Las ovejas estaban conformes con sólo seguir, aunque muchas se perderían y morirían. El hecho que alguien lleve una vara y tenga un manto no lo hace un pastor. A aquéllos que se denominan a sí mismos pastores o ministros, yo he enviado mensajes por medio de mi profetiza Elena de White.”
No puedo expresaros la carga y aflicción mental que he tenido al haberme sido presentada la verdadera condición de la causa. Hay hombres que trabajan en calidad de maestros de la verdad y que necesitan aprender sus primeras lecciones en la escuela de Cristo. El poder convertidor de Dios debe llenar el corazón de los ministros, o de otra manera ellos deben buscar otra vocación. Si los embajadores de Cristo se dieran cuenta de la solemnidad de presentar la verdad a la gente, serían sobrios, reflexivos, obreros juntamente con Dios. Si tienen un verdadero sentido de la comisión que Cristo dio a sus discípulos, abrirán con reverencia la Palabra de Dios y escucharán la instrucción del Señor, pidiendo sabiduría del cielo para que, al estar entre los vivos y los muertos, comprendan que deben rendir cuenta a Dios de la obra que les ha sido encomendada. Testimonios para los ministros, p. 139
“Hay gran peligro en animar a entrar a la obra a un género de hombres que carece una preocupación genuina por las almas…. Tenemos un ministerio enano y defectuoso…. Tenemos que cerciorarnos que nuestros ministros sean hombres convertidos, sumisos, mansos y humildes de corazón. Debe llevarse a cabo un cambio decidido en el ministerio. Es necesario llevar a cabo un examen más minucioso tocante a las calificaciones de un ministro. Dios mandó a Moisés a aprender cómo cuidar, tener esmero y solicitud tierna por su rebaño, de manera que como fiel pastor pudiese estar listo cuando Dios lo llamase a asumir la dirección de su pueblo. Una experiencia semejante a ésa es esencial para aquéllos que se dedican a la gran obra de predicar la verdad. Para poder guiar a las almas a la fuente vivificante, el predicador debe beber primero de la fuente. Debe captar el sacrificio infinito que hizo el Hijo de Dios para salvar a los seres caídos, y su propia alma debe estar saturada con el espíritu de un amor imperecedero. Si Dios nos asigna hacer una tarea dura, debemos hacerla sin murmurar. Si la senda es dura y peligrosa, el plan de Dios es que la sigamos con mansedumbre, y clamemos a Él por fuerzas…. Para sentirnos cómodos en el cielo, aquí tenemos que tener el cielo atesorado en nuestros corazones. Si ése no es el caso con nosotros, sería mejor que no tuviésemos una parte en la obra de Dios. El ministerio está corrompido por ministros no santificados. A menos que haya una norma espiritual mucho más alta para el ministerio, la verdad del evangelio se tornará más y más impotente.” Testimonies, vol. 4 [Testimonios, tomo 4], pp. 441-442. [Trad.]
“Soñé que estaba en Battle Creek, mirando hacia la puerta desde la ventana del costado, y vi un grupo que marchaba de dos en dos hacia la casa. Su aspecto era severo y resuelto. Los conocía bien, y me dirigí hacia la puerta de la sala para recibirlos, pero se me ocurrió volver a mirar. La escena había cambiado. Ahora el grupo parecía una procesión católica. Uno llevaba una cruz en la mano, otro tenía una caña. Y al acercarse, el que llevaba la caña dio una vuelta alrededor de la casa diciendo, ‘Esta casa está proscrita. Los bienes deben ser confiscados. Han hablado en contra de nuestra orden santa.’ Me llené de espanto y corrí a través de la casa, hasta salir por la puerta del norte. Me encontré en medio de un grupo. Algunos eran conocidos, pero no me atrevía a decirles una palabra por temor de ser traicionada. Traté de hallar un lugar retirado donde pudiese llorar y orar sin encontrarme con ojos impacientes y preguntones dondequiera que me dirigiese. A menudo repetía, ‘¡Si tan sólo pudiese comprender esto! ¡Si tan solo me dijesen qué es lo que he dicho o hecho!’ Lloré y oré mucho al ver que confiscaban nuestros bienes. Traté de hallar simpatía o compasión en las miradas de los que me rodeaban, y noté los semblantes de varios quienes yo creía que me hablarían y confortarían si no temiesen que otros los vieran. En una oportunidad intenté escaparme del gentío, pero al darme cuenta que me estaban observando, oculté mis intenciones. Comencé a llorar en voz alta, diciendo, ‘Si tan sólo me dijesen qué es lo que he hecho o dicho!’” Testimonies, vol. 1 [Testimonios, tomo 1], pp. 577-578. [Trad.]
Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 2 Timoteo 4:2. Todo el que quiera emprender una obra de reforma enfrentará una decidida oposición. Esta tarea requiere abnegación... No debemos preguntar si se nos aprecia o no. Nada tenemos que hacer con eso. Consideremos cómo trabajó Cristo. Todo el que intente realizar alguna obra de reforma, que trate de conducir a los pecadores a una vida de abnegación y santidad, necesitará a cada instante la seguridad dada por Cristo después de su resurrección: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20.
Tomen la Palabra. Vivan la Palabra. Prediquen la Palabra tal como lo han hecho en lo pasado. El Señor Jesús les ha dado la promesa de su presencia. Tómenla; aprécienla. Ni a ustedes ni a mí nos corresponde verificar si se aprecian o no los actos de abnegación y sacrificio propio. La obra de reforma requerirá toda la fe, las lágrimas y oraciones que la inteligencia humana sea capaz de soportar. Nuestro cometido es: Levantad la cruz y llevadla tras Jesús, luchando siempre por manifestar el mismo espíritu que lo indujo a anhelar su bautismo de sufrimiento en la cruz. Cada Día con Dios, p. 47
Jesús me llama por mi nombre celestial y dice, “En otro sueño te mostré cómo Yo había instruido a uno de mis ángeles a colocar sobre ti y Becky una gran capa azul con bordes dorados y plateados. Ve y comparte las cosas que te he mostrado en tus sueños. No te preocupes por aquéllos que se consideran más poderosos que tú. Yo soy el Creador de todo. Ve y comparte los sueños. Prepara a mi pueblo. Diles que ya voy. Les dije que iba “a preparar un lugar para ustedes.” Diles que tengo un lugar listo para ellos. Prepárense, porque ya voy para llevarlos. Sigue en la dirección que te he mostrado. Pronto algunos de los que se ríen y dicen que tú vas en rumbo errado se darán cuenta que ellos son los que están equivocados. Sean firmes, en pie como un solo hombre. Sean fuertes como una muralla entrelazada. Tal como les he instruido, tomen fuerzas el uno del otro. Permitan que la semilla de la verdad penetre profundamente y en cada entrada. Mi verdad ha sido puesta a prueba y verificada. Sigue adelante como te he instruido. Mantén el rumbo que se te ha dado.”
Entonces Jesús se dirige al grupo grande de ángeles que tienen instrumentos especiales para escribir que parecen velas grandes de oro puro. Manda a otros ángeles que sostienen un libro que acompañen a los que tienen los instrumentos para escribir. A otros ángeles que se destacan por su velocidad les instruye que acompañen a cada uno de los ángeles que había mencionado. Les manda que vayan rápidamente y escriban su nombre sobre las frentes de aquéllos que han decidido seguirle a Él.3
“No permitan que los que sirven a otro maestro reciban mi señal. Tampoco permitan que aquéllos que les siguen y sirven reciban mi señal. No se tarden, porque mi pueblo está esperando para ir al hogar.” Observo mientras todos esos ángeles salen rápidamente.Entonces Jesús se dirige hacia mí y le pregunto si ya ha comenzado a derramar su ira. Me dice, “Por favor, ven conmigo, porque tengo más que mostrarte.” Nos elevamos más en el aire y Él me dice que me aferre a mi fe. Me dice, “Recuerda que estas cosas tienen que acontecer para que Yo pueda venir. Esto tiene que cumplirse. Te he mostrado la destrucción que vendrá. Eso ya ha comenzado. Has visto terremotos, maremotos, incendios, inundaciones. Pero esto es sólo el comienzo de los dolores. Entonces me muestra cuántos perderán su dinero y cómo sus estómagos clamarán de hambre. Los automóviles quedarán parados, porque no habrá combustible. Jesús sigue diciendo, “Los que sufrirán más serán aquéllos a quienes les he instruido que salgan de las ciudades pero se han quedado. Hay muchos a quiénes todavía no he llamado que salgan, pero pronto lo haré. Llamaré a muchos, pero no escucharán mi voz. No conocen mi voz. Hermano se tornará contra hermano, y el odio puro que Satanás ha sembrado florecerá. Permitiré que Satanás cause muerte y destrucción a muchas ciudades. Muchos de mi pueblo irán al descanso. Algunos permanecerán hasta que Yo regrese para llevarlos al hogar. Muchos que me verán regresar Yo no conoceré. Ya se te ha mostrado las bolas de fuego y las ciudades que serán destruidas. No debes indicar cuáles son, porque todos deben aprender a depender de la voz de su Creador y no de la voz del hombre. Si tan solo me lo piden, yo se lo diré. A ti ya se te ha mostrado cómo el hombre se levantará y proclamará un dios falso y adorarán en un día que Yo jamás instituí. Yo bendije y santifiqué el séptimo día, el cual es y siempre será.”
Jesús me tiene asido fuertemente de la mano y me dice que vuelva a mirar. Veo la primera bola de fuego y oigo su chillido al pasarnos y pegar fuertemente la atmósfera. El golpe es tan fuerte que aun desde donde estamos la tierra entera se sacude. La bola de fuego no atraviesa la atmósfera, sino que explota. La ciudad grande debajo instantáneamente se evapora a la nada—todos los edificios, puentes, vehículos, extensiones de agua, y gente. Sigo mirando y veo un hueco grande formado en la tierra en el centro del lugar donde la primera bola de fuego pegó la atmósfera por encima. Desde el hueco brotan escombros finos y vuelven a caer, rellenando el sitio donde había estado la ciudad. Grandes anillos de compresión provocan estelas de destrucción al irradiar hacia afuera. De la misma manera como disminuye la velocidad y menguan los anillos, mengua la destrucción. Entonces el aire se llena con las nubes de destrucción. Muchas otras bolas de fuego penetran la atmósfera a un ángulo, golpeando la superficie de la tierra y causando destrucción. Al girar la tierra, puedo ver que este evento es mundial. Alrededor del mundo, muchas ciudades yacen en ruinas. Le pregunto a Jesús cuándo es que esto va a suceder. Me contesta diciendo,
Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin. (Eclesiastés 3:10-11)
Le pregunto si Él va a permitir que casi todos sean destruidos. Se dirige hacia mí con esos ojos llenos de ese amor y me pregunta, “¿Hallaré fe en mi pueblo?” Jesús mira hacia abajo, hacia el mundo, y entonces vuelve la mirada hacia mí y pregunta, “¿Hallaré fe—la fe de Abraham? ¿Quién ahora tendría la fe para ofrecer a su hijo como una ofrenda? Por favor, ven, quiero mostrarte algo.”
Vamos a un lugar donde Jesús me muestra una escena. Él dice que ahí hay reunidos 1,000 caballos. Cada uno de esos caballos va a correr. Él manda que los caballos comiencen y yo los observo correr rápidamente. Veo que algunos tropiezan y se caen. Otros ven atados de heno a lo largo del recorrido. Otros ven hermosos pastos verdes. Algunos se detienen cuando ven caballos con los cuales desean pasar el rato. Después de poco tiempo, sólo queda un caballo y ése cruza la línea de meta.4
Me dirijo a Jesús y le pregunto si ahora está mostrando que 1 de cada 1.000 llegará al cielo5 Me mira y pregunta, “¿Hallaré fe cuando regrese?” Entonces se da vuelta y escribe en el cielo:Han enviado su tesoro de antemano al cielo. Hermanos, vosotros que habéis recibido la verdad en un período posterior, y que tenéis cuantiosas posesiones, Dios os ha llamado al campo, no solamente para que disfrutéis de la verdad, sino también para que ayudéis con vuestros bienes a llevar adelante esta gran obra. Y si os interesáis en esta obra avanzaréis e invertiréis en ella una parte de vuestros bienes, para que otros puedan salvarse mediante vuestros esfuerzos, y así cosecharéis con ellos la recompensa final. Se han realizado grandes sacrificios y se han soportado privaciones para hacer brillar la verdad con clara luz delante de vosotros. Ahora Dios os llama, porque es vuestro turno de hacer grandes esfuerzos y sacrificaros a fin de colocar la verdad ante los que se encuentran en tinieblas. Dios requiere esto. Puesto que profesáis creer la verdad, dejad que vuestras obras den testimonio de este hecho. Vuestra fe estará muerta a menos que la pongáis en acción. Ninguna otra cosa fuera de una fe activa os salvará de los terribles acontecimientos que están por sobrevenir. Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 176
Entonces Jesús declara, “Muchos han tratado de decir dónde está el alfolí, y el resultado es mucha confusión. Nadie debe malentender.” Se da vuelta y escribe en el cielo:
Permitan que las preciosas gracias del Espíritu vivan en los corazones de ustedes. Apártense del mundo y de sus deseos corrompidos. “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”. 1 Juan 2:15. Aunque la profesión de fe de ustedes fuera tan alta como el cielo, si son egoístas y amantes del mundo no tendrán parte en el Cielo con los santificados, los puros y los santos. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Mateo 6:21. Si el tesoro de ustedes está en el Cielo, allí estará su corazón. Hablarán acerca del Cielo, la vida eterna, la corona inmortal. Si el tesoro de ustedes está en la tierra, hablarán de cosas terrenales, se preocuparán de pérdidas y ganancias. “¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Mateo 16:26. Testimonios para la Iglesia, tomo 2, p. 54
A todos dice Jesús, “Recuerden ahora lo que he dicho antes. Hay luz y salvación para ustedes si tan solo creen que es imprescindible tenerla o perecerán. Yo puedo salvar hasta el extremo. Si están engañados en lo que creen y conocen, tendrán que tener una conversión completa, o jamás formarán parte del número de los que han pasado por la gran tribulación, habiendo lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero.
1. | ↑ | 1 Samuel 16:7 Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. |
2. | ↑ | Lucas 13:27 Pero Él les contestará: ‘Les repito que no sé quiénes son ustedes. ¡Apártense de mí, todos ustedes hacedores de injusticia!’" |
3. | ↑ | Comentario bíblico adventista, tomo 4, p. 1161 ¿Cuál es el sello del Dios viviente, que es colocado en las frentes de su pueblo? Es una señal que pueden leer los ángeles, pero no los ojos humanos, pues el ángel exterminador debe ver esa marca de redención. El ángel con el tintero de escribano debe colocar una señal en la frente de todos los que están separados del pecado y de los pecadores, y el ángel exterminador sigue a ese ángel. Tan pronto como el pueblo de Dios sea sellado en su frente—no se trata de un sello o marca que se pueda ver, sino un afianzamiento en la verdad, tanto intelectual como espiritualmente, de modo que los sellados son inconmovibles—tan pronto como sea sellado y preparado para el zarandeo, éste vendrá. Ciertamente y ya ha comenzado. Los juicios de Dios ya están cayendo para advertirnos y para que sepamos lo que viene. |
4. | ↑ | 1 Corintios 9:24 ¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. |
5. | ↑ | Mensajes selectos, tomo 1, p. 422 No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este tema que es tan necesario para nuestro bienestar presente y eterno. Cuando comienza a brillar la luz para hacer claro el plan de la redención a la gente, el enemigo obra con toda diligencia para que la luz sea apartada del corazón de los hombres. Si nos acercamos a la Palabra de Dios con un espíritu dócil y humilde, será barrida la escoria del error, y las gemas de la verdad, largo tiempo ocultas de nuestros ojos, serán descubiertas. |