En mi sueño, estoy de pie observando desde lejos a un hombre desamparado que lleva un letrero que dice, “Tengo hambre. Favor ayudar.” Muchos pasan sin hacerle caso. Otros le echan sobras. Unos pocos le sonríen y ofrecen dinero. Otros le ofrecen fruta fresca y emparedados nuevos envueltos. Él coloca los alimentos en algo que parece una funda, dobla el dinero y lo coloca en su bolsillo. Siempre dice, “Dios le bendiga por su generosidad.”
El Heraldo ha estado de pie junto a mí y me llama por mi nombre celestial. Me dice que muchos no saben con quién hablan, ni a quién ayudan, ni a quién tratan en forma descortés. Me dice que vuelva a mirar. Veo a otro hombre desamparado con un letrero que dice, “Hambriento. Favor ayudar.” Algunos lo miran, pero no le hacen caso. Varios le dan dinero, el cual él dobla y coloca en su bolsillo.
Le pregunto al ángel cómo sabemos a quién ayudar y a quién no. Me dice que vuelva a mirar y veo al primer hombre desamparado transformarse en un ángel brillante. Mientras se convierte en un ser muy alto, sus alas se desdoblan de la espalda. Mira hacia arriba y asciende rápidamente. Le pregunto al Heraldo a dónde va. Me dice que vuelva a mirar. Veo que el otro hombre desamparado se convierte en un ángel, pero su apariencia es oscura y su rostro tiene un aspecto desgastado. De su espalda se desdoblan alas y él asciende. Le pregunto al Heraldo a dónde va. Él me pide la mano derecha, porque me lo va a mostrar.
Extiendo mi mano derecha y me lleva a un lugar donde veo una madre con varios niños. Ella va a los estantes en la cocina y los ve vacíos. Entonces, entra en un ropero, cierra la puerta y se arrodilla. Comienza a llorar y a pedir a Dios que la ayude, por favor. Entonces escucha el timbre de la puerta. Al salir del ropero, agarra una toalla para secarse los ojos. Al ir a la puerta de la casa, encuentra un hombre con varias bolsas de comestibles. El extraño la llama por su nombre y le dice que él ha sido instruido a entregarle esos alimentos, que varios han contribuido, y que, por favor, los acepte en el amor con el que fueron dados. El Heraldo se dirige hacia mí y dice que Dios puede tomar las ofrendas más pequeñas y tornarlas en las más grandes, porque Él es el dueño de todo y nosotros no somos dueños de nada. Él dice que algunos han sido bendecidos y que Dios observa cómo comparten. El Heraldo dice, “Ven, por favor. Debo mostrarte algo más.”
Me lleva adonde veo a un hombre, su esposa y varios de sus niños pequeños mientras oran. Acaban de recibir el aviso final que deben abandonar el hogar que tienen. También van a perder su automóvil. No van a tener un auto para transportarse ni un hogar donde vivir. El Heraldo dice que esa familia ha orado con fe pidiendo que Dios les ayude, y que Dios siempre contesta las oraciones, pero no siempre en la forma que ellos piensan. El Heraldo dice, “¿Recuerda la familia que donó el alimento al hombre desamparado? Vuelve a mirar.” Al mirar, los recuerdo. Eran las personas que habían dado el último alimento que tenían para ayudar al hombre desamparado. Jesús ha dicho que debemos amarnos los unos a los otros, y que lo hagamos aun a los más insignificantes. Se oye un toque a la puerta. El padre y uno de los hijos abren la puerta y los saluda el mismo hombre que entregó los comestibles anteriormente. Él llama al padre por su nombre y le dice que ha llegado para entregar un sobre, que varios han donado para ayudar y que, por favor, lo acepte en el amor con el que fue dado.
El Heraldo dice, “Dios cubre a su pueblo con sus propias manos. Aquéllos que golpean a su pueblo, golpean la mano de Dios. Ven. Quiero mostrarte algo más.” Vamos a un lugar donde un hombre está repartiendo dinero a algunos adictos que ansían comprar drogas. Ese hombre se parece al desamparado que era en realidad el segundo ángel que vi recibiendo dinero. El Heraldo se dirige hacia mí y dice, “Preguntaste cómo podías saber a quién debes ayudar. Dios está en su trono esperando recibir tus peticiones. Ten en cuenta que hay ángeles de su trono que constantemente te cuidan como su mensajero, y que estás bajo protección constante. Se te ha mostrado cómo ángeles tomarán forma humana y trabajarán unidos para terminar la obra que los hombres no están haciendo. Dice el Heraldo, “Ya se te ha mostrado que muchos están haciendo la obra de Dios, pero están permitiendo que Satanás los use y cause incredulidad. Se te mostró que en el Salmo 146:3 dice,
No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
Muchos están escuchando y siguiendo consejos falsos, en vez de lo que Dios desea que hagan. Se te mostró en El Conflicto de los siglos, página 449:
“Despierte el pueblo de Dios de su somnolencia y emprenda seriamente una obra de arrepentimiento y de reforma; escudriñe las Escrituras para aprender la verdad tal cual es en Jesús; conságrese por completo a Dios, y no faltarán pruebas de que Satanás está activo y vigilante. Manifestará su poder por todos los engaños posibles, y llamará en su ayuda a todos los ángeles caídos de su reino.”
Dice el ángel, “Te fue dicho que aquéllos que se lanzan contra ti, golpean la mano de Jesús, y que cuando te golpeen no debes responder, sino mantenerte en silencio, como Cristo ante el Sanedrín. Jesús ha pedido que todos escojan hoy a quién van a servir. ¿Sirves a aquéllos que han citado mal a sus mensajeros? ¿Sirves a aquéllos que han dicho que sus mensajeros son de Satanás? Jesús envió un mensaje en el sueño ‘Amor y reprensión’. Le hicieron caso omiso y se burlaron de él. Lo volvió a dar cuando enseñó cómo probar los espíritus. Nuevamente le hicieron caso omiso. Aún pregunta si hallará fe. Después de haber enseñado cómo probar los espíritus y haber dado su reprensión, quieren echar fuera sus mensajes. Muchas personas prefieren escuchar a otros en vez de estudiar para conocer la voz de Dios. Ya se te ha mostrado que Jesús dijo que el Padre eterno está esperando que aparten los ojos del ser humano que es finito, y coloquen su dependencia en Él. No miren al hombre para buscar luz y fuerza. No pongan su confianza en el brazo humano.
“Cada uno tendrá pruebas y aflicciones, y se les ha enseñado qué deben hacer. A ustedes se les mostró que cuando la mayoría los abandone, ambos deben permanecer firmes en la defensa de la verdad y la justicia para pelear las batallas del Señor cuando los campeones sean pocos—ésta será la prueba de ustedes. Ahora deben recoger calor de la frialdad de otros, valor de su cobardía, y lealtad de su traición. El Padre quiere que sean sus hijitos. Vuelve a decir que se les ha mostrado y enseñado que todo aquel que se humille como un niño, que reciba y obedezca la Palabra de Dios con la sencillez de un niño, se hallará entre los elegidos de Dios. ¿En qué piensa usted cada día? ¿Ora sin cesar? Según sean sus pensamientos, así es el hombre. ¿Se alimenta diariamente de la Palabra de Dios? ¿Está bebiendo de las cisternas rotas del mundo, o de la fuente viva de Cristo? Debe escoger a quién servirá.
“Se te mostró que cuando se someten a Cristo, el corazón se une a su corazón, la voluntad se une a su voluntad, la mente llega a ser una con la mente de Él, sus pensamientos son cautivos a Él; viven su vida. Esto es lo que significa estar vestido con las ropas de su justicia. ¿Son fieles portadores de luz, o les avergüenza la luz? ¿Son un pueblo peculiar, o también eso les avergüenza? Dios les está llamando a regresar a la santidad de antaño. Él desea darles un llamado más elevado. La manera cómo respondan determinará su destino. ¿Escogerán los placeres temporarios, o la cruz antes de la corona? Le elección es suya.
“Cada uno debe saber que un carácter formado conforme a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero. Pero deben saber que Dios no pasa por alto cómo Satanás ha estado obrando para detener sus mensajes a través de los mensajeros que Él ha escogido. Ya se te ha mostrado lo que Jesús dijo que ángeles malignos disfrazados como creyentes obrarán entre las filas para traer una fuerte espíritu de incredulidad. Esos poderes del mal irán a las reuniones, no para recibir una bendición, sino para contrarrestar las influencias del Espíritu de Dios. En este tiempo, los ángeles malignos en la forma de hombres hablarán con aquéllos que conocen la verdad. Ellos van a malinterpretar y tergiversar las declaraciones de los mensajeros de Dios.”
He aquí cuatro ejemplos de cómo algunos están permitiendo que Satanás los use y no comprenden cómo están siendo usados. Si estos individuos estuvieran andando en una vida cerca a la de Jesús, ¿habrían hecho las cosas que han hecho? El Heraldo me instruye, “Debes permanecer en silencio como lo hizo Cristo ante el Sanedrín. Cristo es tu Árbitro y Juez. El Padre ha visto cómo una que se llama LJ—Laura Lee Jones—observa los días de fiesta y los sábados lunares, aunque se le ha mostrado que no se debe hacer. Ella no escucha la voz de Dios el Padre, sino la voz del padre de las mentiras. Ella tergiversó declaraciones tuyas y las usó en contra tuya. Dios sabe cómo ella se comunicó con David Gates y habló con lengua mentirosa, convenciéndolo a seguirla a ella–una mujer guiada por Satanás, el príncipe del engaño. Sí, aun los escogidos son engañados. Entonces, David Gates pecó contra Dios al no seguir la instrucción que se le había mostrado en Mateo 18:15. Él no se acercó a ti para constatar la validez de los comentarios hechos por LJ. Aunque nuestro Padre obra con él, él se equivocó al no seguir el consejo dado en la Biblia. El Padre ha visto cómo LJ ha causado que muchos duden los mensajes del mensajero. El Padre aguarda que éstos se acerquen al trono de misericordia, se arrepientan, y comiencen una obra de reforma antes que el ángel señalador termine la obra que se le ha asignado y sea demasiado tarde. El Padre pide que aquéllos que han errado muestren el error de sus caminos y no anden orgullosamente sin admitir sus pecados.
Jesús ha dicho que en este tiempo, justo antes de su segunda venida en las nubes del cielo, Dios pide a los hombres que preparen a un pueblo para estar en pie en el gran día del Señor. En estos últimos días se debe llevar a cabo una labor tal como la que hizo Juan. El Señor está dando mensajes a su pueblo a través de los instrumentos que Él ha escogido, y quiere que todos presten atención a las advertencias y amonestaciones que Él envía. El mensaje dado antes de su ministerio público fue: ‘Arrepiéntanse publicanos y pecadores; arrepiéntanse fariseos y saduceos, porque el reino de los cielos se acerca.’ Tu mensaje no debe ser un mensaje de paz y seguridad. Como un pueblo que cree en el pronto retorno de Cristo, tienes un mensaje claro que dar,--‘Prepárate para encontrarte con tu Dios.’”
Entonces el Heraldo dice, “No cometiste un error cuando enviaste tu carta a Linda Kirk, porque el Espíritu de Dios obró contigo. Ella no atacó los mensajes que te han sido dados, sino a ti, al mensajero. Ella envió sus comentarios, y Satanás usó a muchos para esparcir su conceptos erróneos y torcidos de ti. Guiada por la mano controladora de Satanás, ella causó duda e incredulidad. Los comentarios que ella hizo fueron leídos y creídos por muchos. Las almas que se pierdan caerán sobre sus manos y Dios la tendrá por responsable personalmente. Ella recibirá el peso de los pecados de aquéllos que cayeron, a menos que se acerque al trono misericordioso de Dios y confiese todas sus equivocaciones abiertamente. Ella debe considerar si es mejor salvaguardar su nombre y carácter terrenales, o arrepentirse y recibir un nombre nuevo de Dios. Ahora mismo Dios ha apartado su rostro de ella, y su semblante ya no brilla sobre ella. Al permitir que Satanás la usara, logró convencer a Vance Ferrell a enviar sus comentarios sin primero cumplir con el versículo de Mateo 18:15. Él pecó contra el trono del Padre al no preguntarte a ti primero si los comentarios en la carta de Linda eran verdaderos. Se dejó convertir en una vasija usada por Satanás. A él también Dios le pedirá cuentas por aquéllos que leen y lo atienen a una norma alta.
Ahora es el momento cuando todos deben arrepentirse de lo que han hecho. Muchos te han llamado un mensajero falso. Los mensajes que tú has recibido son mensajes de arrepentimiento. Muchos han comentado que los mensajes que has recibido no son de Dios. Sin embargo, no leen los mensajes, sino permiten que otro individuo los lea y decida por ellos. Éstos son perros necios. Sepan y entiendan todos que cada uno comparecerá ante el trono de Dios y será juzgado solo. Algunos han dicho que hay errores en los mensajes, pero cuando se les pide que muestren los errores, no pueden hacerlo. Eso es porque todos los mensajes que vienen directamente desde el trono de Dios no tienen errores.”
Entonces el ángel me lleva a un cuarto donde veo a Jesús conmigo y con Becky de pie ante Él. Él extiende una capa blanca brillante y la coloca alrededor de nuestros cuellos. Él dice, “Ésta es mi justicia, con la cual los he cubierto.” Entonces Él toma una capa de un azul oscuro, nos rodea con ella y la aprieta. La luz de la capa blanca brillante hace que la capa de azul oscuro resplandezca con un azul claro resplandeciente que emana de ambas capas. Jesús toma un paso hacia atrás y dice, “Los he cubierto con mi amor y con mi ley. Sigan yendo a todo mi pueblo. Reúnanse y compartan los mensajes que he dado dondequiera que puedan. Si no les dan la bienvenida, usen el paño que les he dado para limpiarse los zapatos, y sigan adelante. Donde esté mi gracia, allí estaré Yo. Si el espíritu del caído prevalece y obra fuertemente en un lugar, vayan a otro, porque tales no constituyen mi pueblo.”
En su mano derecha, Jesús tiene un puñado pequeño de cristales de cuarzo, y en su mano izquierda un puñado pequeño de diamantes. Él dice, “Los de mi pueblo son preciosos, pero pocos. Éstos son el remanente que he seleccionado para hacer mi obra. No habrá muchos, pero aquéllos que he escogido oirán mi voz cuando hables los mensajes que he dado por intermedio tuyo. Aquéllos que no oyen mi voz, ni oirán ni entenderán. Pero aquéllos que oyen mi voz vendrán a mi trono para pedir perdón. Ellos cambiarán sus caminos y andarán como una de mis ovejas.”
Jesús se voltea de donde está parado frente a Becky y a mí. Va adonde estamos parados el Heraldo y yo. Se me acerca y le dice al Heraldo que Él y yo andaremos juntos un rato. Jesús toma mi mano derecha y comenzamos a caminar a lo largo de una playa de arena blanca y resplandeciente. Me dice, “He creado todas las cosas y las he hecho bellas. Muchos ya no quieren mirar las cosas que he creado para deleitarlos. Contempla los pájaros a lo largo de la playa y entiende cuánto los amo y cuánto más te amo a ti. Piensa en el calor del sol mientras brilla sobre tu cara. Siente la arena al caminar. Escucha el sonido de las olas al llegar y encontrarse con la orilla. Fíjate en los caracoles que el mar arroja a la orilla. Son mis flores marinas y las he creado para deleitarte. Todos los peces del mar oyen y obedecen mi voz, pero los que debieran servirme no oyen mi voz. Pronto terminará mi obra y vendré para llevar a mi pueblo al hogar.”
Jesús se detiene, se dirige hacia mí y dice, “Tengo a muchos que oyen mi voz, pero hay muchos que oyen la voz de otro. Quiero mostrarte algo que es precioso a mis ojos.” Me lleva adonde veo una ancianita. Jesús dice, “Ella ha venido ante mi trono muchas veces y todavía se siente sucia, aunque ha lavado sus ropas a mis pies. Toma nota y escucha lo que ella dice.” Yo la observo mientras se arrodilla y llora. Le dice a Jesús que ella está vieja y lista para descansar, para tomar su lugar con los de la gran multitud. Dice Jesús, “He enviado a un mensajero para que la acompañe.” Observo mientras un ángel de aspecto muy noble desciende y se arrodilla junto a ella. Ella no sabe que él está allí. Con su brazo, el ángel rodea a esa mujer menuda y débil y le dice, “Dios ha escuchado tu petición, pero Él no siempre contesta tus pedidos de la manera como tú piensas. Tú has estudiado mucho y comprendes. Tienes una fe firme y andas con Dios. El Padre ha decidido que tú no formarás parte de la gran multitud, sino que aún en tu edad avanzada, verás venir al Hijo del hombre en las nubes de gloria.”
Jesús dice que Él seguirá sirviendo por nosotros donde está sirviendo ahora y que debo recordar que esto es un sueño. Ahora Él está sirviendo por nosotros, pero el tiempo es corto y pronto ya no va a servir más. Jesús se dirige hacia mí y dice, “Mientras aún haya tiempo, dile a mi pueblo que se acerque a mi trono de justicia y se arrepienta. Diles que del libro de errores hagan borrar los errores de su vida. Pronto los libros serán cerrados, sellados y entregados al Padre. Mientras quede tiempo, arrepiéntanse y pidan que su nombre sea colocado en el libro de la vida. Cada uno debe acercarse al trono individualmente para lavar sus ropas. Antes he dicho que deben preparar una vasija donde Yo pueda derramar mi Espíritu. Los que he seleccionado para servirme como lo hacen ‘aquéllos que son,’ podrán permanecer en pie en los últimos días. Cuando nuestro Padre los mire, los verá como hermanos gemelos. Haz esto por Mí y Él escribirá su nombre en tu frente.” Se dirige al Heraldo y dice, “Ya sabes a dónde debes llevarlo ahora.” Dirigiéndose hacia mí me dice, “Lo que le he mandado a mi Heraldo a mostrarte ahora es para todos, porque ustedes necesitan ánimo en la bendita esperanza.” Jesús toma mi mano y la coloca en la mano del Heraldo. Una vez más, Jesús dice que siga adelante y sea su mensajero fiel, ya que nuestra recompensa será estar con él por toda la eternidad.
El Heraldo y no nos volteamos y me hallo parado en la ladera de una montaña muy grande. Recuerdo este lugar del sueño “Velad, ¡porque ya voy!” Puedo ver una larga distancia hacia el oriente. Veo un grupo pequeño de gente. El Heraldo dice que ésos son los que son, los que han sobrevivido a través del gran tiempo de angustia. Dice que ellos son un grupo pequeño y que hay muchos otros grupos por todo el mundo que prepararon y perfeccionaron sus caracteres. Oigo el sonido de truenos que retumban por las montañas, haciendo eco y repitiendo el eco por los valles y entonces por otras montañas. Ese trueno sigue sin parar, a pesar de que el cielo está azul y despejado. El Heraldo me pregunta si entiendo lo que oigo. Le contesto que es trueno. Mientras el trueno sigue retumbando, él me dice, “Vuelve a escuchar.” Sumamente emocionado miro al Heraldo, porque ésa es la voz de nuestro Padre diciendo que está enviando a su Hijo para librar a su pueblo y da la hora de su aparición. Estoy muy emocionado y el Heraldo dice que una vez que despierte, no voy a recordar la hora de su llegada. Mi ángel dice que ya debo mirar fijamente hacia el oriente. Veo un cielo azul claro, sin nubes. Entonces noto un objeto negro muy pequeñito. Se acerca a una velocidad increíble.
Me volteo y veo que el grupo pequeño sale de su escondite y parados miran detenidamente hacia el cielo. Observo unos segundos mientras la nube negra se ve un poco más grande que un puntito en el cielo. Sigo parado, observando y el Heraldo dice que mire hacia el grupo pequeño. Veo que sus rostros cambian, no en la manera como están formados, sino que parecen encenderse de gloria, como si Dios estuviese brillando su rostro sobre ellos. El ángel me indica que debo seguir observando ese grupo pequeño. Entonces veo un grupo de personas enojadas, llenas del espíritu de Satanás, que desean hacerle daño a los escogidos de Dios. Observo cuando tratan de atacarlos, pero aquéllos que son alzan sus manos, y en el nombre de Jesús los malvados caen al suelo.
Todos nos dirigimos al cielo y miramos atentamente la nube que ha crecido al tamaño de una pelota de béisbol. Todos están en pie en silencio perfecto, contemplando la escena, porque ésta es la primera y única vez que será vista. Jamás se repetirá. Cada ojo observa como si cada ojo fuese una cámara de película que graba este evento bendito, esta gran y bendita esperanza. Todos estamos juntos de pie, muchos asidos de la mano, pero en silencio completo. Comienzo a pensar que no soy digno de estar allí para ver a Jesús venir, que soy un pecador con tachas y manchas. Siento que debiera correr y esconderme. Temo que Jesús no me halle limpio, que esté de pie ante Él con todos mis pecados visibles. Entonces me doy cuenta que el Heraldo aún me tiene de la mano. Me dice que me quede ahí, que observe, escuche y recuerde. Miro y veo que la nube negra se hace más y más brillante.
Ahora veo que en el cielo hay billones y billones de ángeles, cada uno más brillante de lo que jamás me imaginase fuera posible. Me doy vuelta y veo que el Heraldo se ha tornado más brillante y ahora lo veo más emocionado de lo que jamás lo he visto. Le escucho cantar una sola nota y entonces esa multitud de ángeles que sigue creciendo se une a él. Toda la tierra se llena de un sonido que no se ha escuchado desde la primera venida de Jesús, cuando nació de una virgen. El Heraldo me dice que mire hacia el occidente. Cuando lo hago, veo de una manera que no puedo describir. Es como su hubiera una ventana en el cielo y todo el universo convocado contemplando este acontecimiento. Ellos también comprenden que esto sólo ocurrirá una sola vez. Veo los ojos de todos a lo largo del universo mirando pasmados la escena que está ante nosotros. Comprendo plenamente que TODOS verán que Dios es perfecto y que aquéllos que han seguido a Satanás han tomado una decisión equivocada.
El Heraldo me dice que vuelva a mirar hacia el oriente. Ahora veo que la nube está muy cerca y la hueste sinnúmero de ángeles rodea a Jesús. Mis ojos se enfocan en Jesús y sólo en Él. Está sentado sobre un trono como el Rey, el Príncipe, el Creador, y nuestro Salvador. Lo veo como anteriormente en otros sueños. Su cabello es un blanco brillante, cae a sus hombros y es ondulado, casi rizado. Su piel se ve como si estuviera muy bronceada. En sus ojos veo un amor ardiente—un amor del amor del amor. Sobre su cabeza lleva una corona compuesta de muchas coronas más pequeñas unidas entre sí. En su mano izquierda tiene una trompeta larga. Parece ser de plata transparente que refleja su pureza. En su mano derecha tiene una hoz al estilo antiguo. Comprendo que es un símbolo de la cosecha de su pueblo. Sus ojos miran por todo el mundo, como si estuviera buscando a su pueblo. Veo a los que le hicieron caso omiso a sus mensajes. Sus caras se ponen pálidas al darse cuenta que tuvieron la oportunidad de arrepentirse, pero no habían prestado atención a la advertencia. Ahora ellos buscan piedras bajo las cuales puedan esconderse. Veo a muchos a quienes se les había dicho que estudiaran por sí mismos para conocer la verdad, pero permitieron que otros decidieran por ellos. Ahora están en pie, solos. Cayendo de rodillas se dan cuenta que han perdido todo eternamente.
Ahora oigo a aquéllos que son preguntar quién podrá ser tan puro como Jesús en el último día de todos los días. Aunque el ángel todavía me tiene de la mano, caigo de rodillas junto con aquéllos que son. El Heraldo todavía está cantando cuando repentinamente se detiene. Es como si Jesús hubiese eliminado la existencia del sonido a través de toda la tierra. Hay un silencio perfecto. Después de un corto tiempo, Jesús anuncia que aquéllos que tengan manos limpias y corazones puros podrán permanecer, que su gracia basta para nosotros. Observo como los rostros de todos los que son se iluminan y brillan como el sol al mediodía. Siento un gozo sobrecogedor. El Heraldo canta una nota más alta y toda la multitud de ángeles canta un canto como ninguno que nosotros como humanos podríamos imaginarnos jamás. El Heraldo sigue cantando y se torna más y más brillante. Me volteo y veo a Jesús alzar la trompeta a sus labios. El sonido que produce la trompeta es distinto a cualquier otro que los oídos humanos puedan imaginarse.
De repente, el Heraldo me lleva a la playa de un mar donde nuevamente veo las olas acercarse a la orilla. Me dice, “Eso es todo lo que podrás ver por ahora. Dios quiere que su pueblo sepa que ahora es el momento de preparación. Ahora es el momento para poner a un lado la auto importancia; cada uno debe andar a gatas al trono de Dios, arrepentirse y pedir perdón. Cada uno debe decidir seguir a Dios y andar de esa manera nueva. Cada uno debe poner a un lado los celos. Cada uno debe saber que comparecerá solo ante Dios. Él pregunta si se presentarán en pie como los que pertenecen a Dios, o si pedirán que las piedras los cubran, mudos como perros. Se les ha mostrado la senda correcta para seguir. Si el Espíritu Santo, el cual Dios dijo que iba a enviar, no sobrecoge el corazón frío, ese corazón permanecerá frío. Si los criticones y descontentos andan en una senda que causa descontento y esparcen mentiras, cada cual comparecerá ante Dios para responder por sus hechos. Esto se aplica en forma especial a aquéllos a quienes Dios ha ungido que esparcen mentiras sin constatar lo que se les ha dicho. Esos son perros mudos, y Dios apartará su rostro de ellos. Cuando lo haga, Satanás tomará el lugar de Dios y hará que ellos hagan la obra suya. Hay que decidir hoy si desean arrepentirse y apartarse de sus propias sendas, o si van a permitir que Satanás los lleve de la mano a la perdición eterna.”