En mi sueño, Becky y yo estamos parados en un mar de agua cristalina con el agua un poco encima de las rodillas. Las olas que vienen son pequeñas y casi imperceptibles. El agua es tibia, el aire es fresco y tiene un aroma exquisito. El cielo es de un azul intenso.
Estamos rodeados por miles de personas unidas, que piensan y hacen las mismas cosas. En la superficie del agua hay algo que parece una almeja. Cada individuo toma una, nota que es suave, y cuidadosamente la oprime hasta abrirla. Adentro hay un papelito enrollado con un versículo de la Biblia o una cita del Espíritu de Profecía.
Después de tomar el papel, cada persona cuidadosamente coloca la “almeja” de vuelta en el agua y ésta se aleja nadando. Cuando cada uno comienza a leer las palabras, las letras se transforman de negro a dorado. Una vez que han terminado de leer, cada persona coloca su apreciado papel dentro de su propio cofre del tesoro, finamente elaborado y decorado. Luego, cada persona vuelve a meter la mano en el agua y comienza nuevamente con otra “almeja”.
Mateo 6:21
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”
Testimonios para la Iglesia, tomo 1, p. 294
"Jesús oró que sus discípulos fueran una sola cosa, como él y el Padre, “para que el mundo crea que tú me enviaste”. La unidad del pueblo remanente que cree en Dios produce una poderosa convicción en el mundo, de que tiene la verdad y de que es un pueblo diferente, elegido por Dios. Esta unidad desconcierta al enemigo, por lo que está decidido a eliminar su existencia. La verdad presente, creída en el corazón y puesta en práctica en la vida, proporciona unidad al pueblo de Dios y le da una influencia poderosa."