(Un sueño de afirmación y ánimo)
En mi sueño voy caminando por un pasillo largo y amplio. Detrás de mí se oye el sonido de cascos de caballo. Cuando volteo veo un ángel montado sobre un hermoso caballo blanco que viene a galope. Su crinado y cola fluyen como una corriente del mar.
Cuando se aproxima, saludo al ángel. Su cabello es blanco y está peinado hacia atrás. Su rostro es redondo, pero algo largo y, cuando habla y sonríe, muestra hoyuelos en sus mejillas. Se detiene y le pregunto si mi esposa y yo estamos compartiendo los sueños debidamente. El ángel responde que debemos continuar compartiendo los sueños en la manera que lo estamos haciendo, especialmente lo de la Biblia y el Espíritu de Profecía.
Cuando le pregunto si Jesús está molesto con la manera como hemos estado compartiendo los sueños, el ángel de un salto se desmonta del caballo por el lado izquierdo y viene hacia el lado derecho del caballo donde yo estoy parado. Me toca el hombro izquierdo y menciona mi nombre celestial--el mismo nombre que he escuchado en los otros sueños, aunque no lo recuerdo después del sueño. El ángel dice que Jesús y el Padre están muy complacidos con la manera como compartimos los sueños. Si llegase a haber algo mal, Él me lo dirá, y que debo evitar enredarme en cosas triviales. No debemos preocuparnos por los que tengan dudas o causen desagrados cuando les relatemos estas cosas. Dios se va a encargar de ellos a su propia manera.
Nuevamente el ángel sonríe y dice que Dios está con nosotros en todo lo que hacemos. No tenemos nada que temer, porque Él es más fuerte que el enemigo que nos odia. Dice que nuestro camino va a estar lleno de muchos con "lanzas y espadas" pero no debemos preocuparnos, porque estamos rodeados con el escudo de Cristo. El enemigo va a trabajar con muchos mientras proseguimos, pero Dios va a triunfar.
El ángel vuelve a montar el caballo y se da vuelta para regresar por donde había venido. Antes de irse, me dice, “Sigue adelante confiado de que Jesús viene y estará contigo hasta el fin.