Lamentaciones 1:10
Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas; ella ha visto entrar en su santuario a las naciones de las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
El Deseado de Todas las Gentes, p. 454
El Testigo verdadero dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo” (Apocalipsis 3:20). Toda amonestación, reprensión y súplica de la Palabra de Dios o de sus mensajeros es un llamamiento a la puerta del corazón. Es la voz de Jesús que procura entrada. Con cada llamamiento desoído se debilita la inclinación a abrir. Si hoy son despreciadas las impresiones del Espíritu Santo, mañana no serán tan fuertes. El corazón se vuelve menos sensible y cae en una peligrosa inconsciencia en cuanto a lo breve de la vida frente a la gran eternidad venidera. Nuestra condenación en el juicio no se deberá al hecho de que hayamos estado en el error, sino al hecho de haber descuidado las oportunidades enviadas por el cielo para que aprendiésemos lo que es la verdad.
Tanto los que forman parte del Ministerio Para Mi Pueblo como los distintos autores de este libro, han aprendido mucho durante el proceso. Rogamos a Dios lo mismo para los que lo hayan leído.
The Signs of the Times (Las Señales de los Tiempos), 27 de agosto de 1894
Tenéis muchas cosas que aprender y muchas que desaprender. Tendréis que sentaros a los pies del gran Maestro y aprender de Él en cuanto a temas más altos y más nobles que los temas que ahora captan vuestra atención. Me siento libre para dirigirme a vosotros, a quienes os habéis recluido de la luz, porque sé que un Maestro más grande que un ser humano, os llama. Habéis perdido mucho en vuestra vida religiosa, porque no habéis aprovechado las oportunidades que os han sido ofrecidas del Padre de las luces. Siempre se imparten nuevos rayos de luz del cielo para transformar el carácter, para que el alma pueda contemplar la verdad en una nueva relación. Cuando a Jesús se le da la bienvenida al corazón, Él refinará y moldeará el carácter. Aquéllos que lo reciban más plenamente no tendrán menos energías en su vida religiosa, sino que su religión será de un tipo más alto, más santo de lo que jamás hayan tenido antes. Obrarán de tal manera que su utilidad irá en aumento. Dios desea que sus hijos profesos alcancen una norma más alta, y que sigan adelante siempre, esforzándose por alcanzar lo que no han logrado. Deben atesorar cada inspiración divina, porque Él requiere esto de ellos, porque son propiedad suya.
Rogamos a Dios que Él guíe a sus fieles al hogar en esta generación. Le pedimos que los culpables de los pecados mencionados, no sólo en este capítulo, sino en el resto del libro, se arrepientan antes de que pase la oportunidad. Sí, será duro hacerlo, pero el Creador del universo os espera con los brazos abiertos para recibiros. Él no desea que ninguno de sus hijos muera la muerte eterna. Él desea teneros en su hogar. ¿Aceptaréis su invitación? ¡Rogamos a Dios que hayáis recibido una bendición al leer la verdad, toda la verdad y solamente la verdad!
Tenga la bondad de ver los anexos A y B, donde aparecen listas concisas de algunos aspectos de la apostasía que ha invadido el liderazgo, las instituciones y las publicaciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.